Como no puedo dañar permanentemente el trozo de tejido de lana angora, como lo habia planeado (poniendole laca para endurecer los pelos, o unas gotas de agorex para que se sintieran unas partes duras en el fondo, miel para lo pegajoso, etc.), opté por solo usar sal gruesa y azúcar granulada para causar esta extraña sensación de encontrarse con superficies de consistencia extraña, siendo que se esperaba sentir algo suave y blando.
El tejido irá sobre una bandeja común y corriente negra, que a la vez irá sobre un plinto con forma de pilar griego (de yeso blanco), y com0o este no es suficientemente alto, le podré debajo una caja de zapatos cubierta con una sabana blanca. Colocaré en el suelo frente a la obra un pedazo de guincha de aislar negra, para indicar que no se puede traspasar al tocar la obra (solo para asegurarme de que no sea mirada de cerca, para que no vaya a verse la sal que se camufla). La mejor forma de camuflar la sal y el azúcar es dejándola lo mas al fondo posible, lo que se logra peinando los pelos del tejido, de forma que por su dirección oculten lo que está en el fondo, y a la vez, los granos escurran hasta abajo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario